En los últimos 40 años el desarrollo de la tecnología y las telecomunicaciones liderado por  emprendedores, ha transformado profundamente nuestras vidas. En muchos casos, compañías iniciadas por jóvenes emprendedores sobrepasaron a otras que hasta entonces habían sido líderes de sus sectores. Estos emprendedores estuvieron motivados por la innovación y la toma de riesgos, llegando incluso a cambiar el enfoque de los gobiernos acerca de cómo debía ser alcanzado el crecimiento económico.

Estos emprendimientos tuvieron influencia en la estrategia de gestión de carteras de inversión promoviendo las inversiones en fondos de venture capital (capital riesgo) y en acciones más riesgosas de compañías jóvenes que aún no tenían ganancias. Esto fue así porque el desafío de las inversiones de alto riesgo/alto retorno se acompañó con la creación de una clase de inversión totalmente nueva: el private equity y el venture capital dando respuesta a las necesidades de financiación de compañías nuevas comprometidas con la innovación de alto riesgo.

En la actualidad, una joven generación de emprendedores sociales se está abriendo paso, pretendiendo marcar una diferencia y mejorar la vida de la personas. En la mayoría de los casos, el sector social está formado por numerosos proveedores de servicios sociales caritativos que no cuentan con suficiente capital para financiar sus actividades más allá de un año y son apoyados por fundaciones  que cuentan con activos significativos en sus balances.

¿Cómo pueden, los mercados de capitales hacer por los emprendedores y organizaciones sociales, lo mismo que con tanto éxito se logró con los emprendedores de negocios?

¿Cómo pueden ser conectados con los mercados financieros?  ¿Cómo se puede financiar a aquellos capaces de crear e implementar soluciones innovadoras, de modo tal que alcancen una escala adecuada para la población y la severidad de los problemas sociales sobre los que trabajan?

Estás y otras interrogantes requerían respuestas innovadoras. En 2007, Sir Ronald Cohen  co-fundador la firma Apax Partners,  decidió reunirse con varios amigos y fundar Social Finance (SF) una organización cuyo objetivo es desarrollar un mercado de inversiones sociales en Reino Unido, logrando juntar bajo el mismo techo experticias financieras y sociales. En un lapso de 3 años desde su lanzamiento, SF ya había desarrollado el Bono de Impacto Social (Social Impact Bond SIB) y el Ministerio de Justicia de Reino Unido había acordado efectuar pagos de acuerdo  a la reducción de la tasa de reincidencia a ser alcanzada entre aquellos internos liberados de la prisión de Peterborough. Esto marcó un punto de inflexión en la gestión  de organizaciones caritativas cuyo desempeño social ya podía ser medido con precisión y este desempeño podía ser atado contractualmente a un retorno percibido por aquellos inversores que deseaban mejorar la calidad de vida de los delincuentes liberados. El pago del interés y capital iba a ser afrontado de manera conjunta por el Ministerio de Justicia y el Big Lottery Fund, con la expectativa de que representaría  para el Ministerio solamente una porción minoritaria de sus potenciales ahorros futuros. Si el desempeño mínimo requerido no era alcanzado, los inversores perderían su dinero, efectuando de hecho una contribución caritativa. Si el umbral del desempeño requerido era sobrepasado, el retorno para los inversores sería de entre 2 y 13%, de acuerdo a la reducción lograda en la tasa de reincidencia.

Este fue el primero de más de 20 SIBs que hoy en día han logrado ser colocados en Reino Unido, EEUU, Australia y Holanda y que abarcan áreas como la reincidencia, carencia de hogar, juventud en riesgo de desempleo, adopción, familias problemáticas, educación temprana y asma en poblaciones desfavorecidas. El bono más reciente  anunciado por SF USA en diciembre de 2013, es una emisión de 13, 5 millones de dólares (el más grande a la fecha) Este bono está ayudando a prisioneros liberados del estado de Nueva York. Fue colocado por Bank of America Merrill Lynch y la Rockefeller Foundation asumió responsabilidad por el 10% inicial de cualquier pérdida.

Para las organizaciones caritativas actuales, el SIB no es más que el primer instrumento de finanzas ligado al avance social. Más allá del SIB otros instrumentos como el cuasi-equity, la deuda sin asegurar y deuda senior están financiando complementariamente  a las subvenciones a númerosas ONGs a fin de fortalecer sus balances. Por otra parte , está surgiendo una gama de inversores en búsqueda de diferentes combinaciones de retornos sociales y financiero, desde organizaciones caritativas dispuestas aceptar retornos bajos,  individuos que requieren retornos más altos  hasta  fondos de pensión que aspiran a retornos similares a los de mercado.

La inversión de impacto es la respuesta a las necesidades de financiación de emprendedores sociales y organizaciones orientadas a la innovación y el crecimiento.

Es cada día más, una parte significativa de las carteras de inversión por la vía del Private equity de Impacto, los Desarrollos Inmobiliarios de Impacto y el Retorno Absoluto de Impacto además del Fixed Income y de Public equities.

Estamos apenas  presenciando el surgimiento de este sector social concebido desde la innovación para que estas organizaciones no se alejen de su misión social ante la presión de obtener financiación y los desafíos son muchos todavía.

Para que los emprendedores sociales amplíen el alcance de los servicios ofrecidos necesitarán obtener más capital y deberán comprender cómo preparar un plan de negocio para atraer  equipos con calificaciones y sobre todo deberán estar en capacidad de medir su desempeño social y repórtarlo en términos comparables del mismo modo que se reportan resultados financieros, por tanto también hay una  necesidad de medidas definidas y auditadas presentadas de manera estandarizada como bases funcionales de la inversión social.

Por su parte, para que los gobiernos puedan obtener los beneficios del desarrollo de la inversión de impacto (innovación, obtención de financiación ligado al logro de  objetivos de éxito y  posibilidad de financiar preventivamente aspectos sociales) deberán liderar la creación de ecosistemas que apoyen la inversión y el emprendimiento social y convertirse en  administradores constructivos de la inversión de impacto prestando atención a la reducción del coste de conseguir un resultado exitoso.

“Puede anticiparse el día en que para cada problema social,  cada país contará con una estimación del coste de una intervención social efectiva, de los ahorros que el gobierno podría esperar de su intervención y por sobre todo de su valor para la sociedad. Algunas intervenciones  serán alcanzadas de modos más económicos que otros, ciertos financiadores valorarán  algunos resultados más que otros y algunos emprendedores dejarán su huella en los desafíos sociales más difíciles, pero tanto emprendedores sociales como inversores filantrópicos se concentrarán por igual en conseguir resultados sociales más que en lograr donaciones”.

Basado en la ponencia de Sir Ronald Cohen, presidente del grupo de Trabajo de Inversión de Impacto Social establecido por el G8, del 23 de enero de 2014, en The Mansion House ( Londres-UK)

http://www.ronaldcohen.org/initiatives/social-impact-investment-taskforce-established-g8-1

http://www.ronaldcohen.org/about